Este líquido transparente, compuesto en su mayoría por agua, sales minerales y proteínas, no se limita solamente a mantener húmeda la cavidad bucal (lo cual facilita el habla), también contribuye con el proceso digestivo, disminuye la proliferación de placa bacteriana y elimina gérmenes que pueden resultar perjudiciales. Sin embargo puede ser un vehículo para la transmisión de algunas enfermedades.
Lo que ayuda a transmitir
Si bien este líquido protege al cuerpo de ciertos agentes, a veces también es un vehículo que favorece la transmisión de males leves y graves:
• La amigdalitis bacteriana y la gingivitis, que clasifican entre las leves.
• La mononucleosis, infección potencialmente mortal, producida por el virus de Epstein Barr. También se conoce como la Enfermedad del Beso o la Fiebre del Enamorado.
• La hepatitis B también puede adquirirse a través de la saliva (no se ha probado que un beso baste); hasta hace poco se creía que las únicas vías de transmisión eran la sexual y la sangre.
La caries es otro de esos males que pueden venir con este líquido. Se sabe que si la boca no produce suficiente saliva su acidez aumenta, lo que afecta el esmalte de los dientes y los hace vulnerables a infecciones.
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