El cuidado de la saliva depende directamente de una buena higiene bucal diaria. No obstante, hay trastornos en las glándulas salivales imposibles de prevenir. Por este motivo es importante conocer las posibles anomalías o enfermedades que perjudican el buen funcionamiento de estas glándulas.
Las irregularidades más comunes
Una de las anomalías más frecuentes de las glándulas salivales es la xerostomía o, más comúnmente conocida, la “boca seca”. La disminución en la cantidad de producción de saliva no se considera una enfermedad pero puede causar varias molestias en el día a día de la persona que la padezca. La ingesta de fármacos y la edad ( a partir de los 60 es más común) son las causas más frecuentes que propician su aparición. Para tratar xerostomías ocasionales basta con aumentar la limpieza bucal y realizar pequeñas acciones como enjuagues y utilizar mientras se duerme un humidificador ambiental de vapor frío. En los casos en los que la xerostomía es irreversible hará falta utilizar fármacos específicos, estímulos locales que requieran una masticación más enérgica o utilizar un sustituto salival. En el extremo opuesto a la xerostomía encontramos el exceso de salivación, que puede aparecer por enfermedades gástricas, trastornos del sistema nervioso, o una dentadura en mal estado. Para combatir el exceso de saliva será imprescindible solucionar los problemas anteriores.
Enfermedades de las glándulas
La glándulas salivales pueden padecer afecciones que producen un dolor más agudo que las anteriores. La enfermedad más común es la parotiditis o infección de las glándulas salivales, que es una inflamación en una o en ambas glándulas parótidas. La infección se produce normalmente por un virus o bacteria producido por una obstrucción o por una higiene oral insuficiente. Su tratamiento se basa en cuidar en exceso la higiene bucal hasta que la infección desaparezca, realizar enjuagues con colutorios específicos y, si hay pus o fiebre, consultar al médico.
Otro trastorno doloroso es el colapso de los conductos salivales que se produce por unas piedras (saliolitos) que aparecen en dichos conductos y que producen hinchazón y dolor en la cara o el cuello. El médico o dentista puede solucionar este problema empujando el saliolito fuera del conducto aunque, en algunos casos, será necesaria una cirugía para extraerlo.
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